domingo, 31 de octubre de 2010

Por tercer año consecutivo!!!

Toño el marrano

Toño era un enorme marrano que vivía en la casa de los Castaño, su piel no era precisamente rosada, lo curioso de Toño era que vivía echado encima del televisor; desde siempre estuvo ahí plantado.

De cómo llegó Toño a la casa de los Castaño no se conoce mucho, lo cierto es que el animalito era completamente desnutrido. Desde ese momento todos se encargaron de alimentarlo; unos más que otros, el hecho fue que, en poco tiempo, Toño pesaba más de lo normal.

El alimento no era precisamente concentrado, a Toño lo alimentaban con comida efectiva para el engorde, nunca tuvo horarios para la cena; por ejemplo Juan, el menor, le daba algo de lo que le quedaba del colegio. Laura, la mayor, acostumbraba alimentarlo los fines de semana.

Pero el preferido de Toño era Rubén, el papá, pues todas las mañanas antes de salir a trabajar le daba su buena ración de lo que fuera, generalmente era grande y alimenticia. Al medio día, en el almuerzo, y luego en la comida, siempre tenía en cuenta a Toño con sus buenos sobrados.

Gladys, la mamá, era la más egoísta, le costaba alimentarlo, pero cuando estaba contenta lo premiaba con grandes sumas de comida. Así fue que en menos de un año Toño estaba a reventar. Nunca se movió de su sitio a menos que doña Beatriz, la señora del aseo, lo moviera para sacudir el televisor.

Era su lugar preferido, ahí se reunían todas las noches a ver noticias y telenovelas, era la única manera de verlos a todos juntos. Toño era feliz y lo siguió siendo hasta que empezó a sentir diferentes a los Castaño, aunque lo seguían alimentando, ya poco los veía sentados en la sala.

Una noche escucho una conversación entre Rubén y Gladys en la que discutían por el estado del televisor, un Panasonic antiquísimo que ella heredó de su madre. Era un gran armatoste de cuatro patas que a duras penas soportaba el peso de Toño, ni siquiera tenía control remoto. Ese pequeño problema había dividido a los Castaño y Toño lo había notado desde un principio.

La imagen del televisor fue empeorando, el ambiente del hogar era distinto. Toño dejó de ser alimentado pero él se sentía lleno y en vez de pensar en comida pensaba en el día en que todos pudieran estar de nuevo viendo televisión en la sala.

Pero ese día nunca llegó. Una noche de diciembre Toño escuchó la peor noticia, iban a salir del televisor, lo iban a despojar de la que por años fue su cama, su casa, su mejor lugar. No sabía a dónde lo llevarían.

La mañana del 24 de diciembre, Toño fue sorprendido por Rubén, su amo preferido, lo cogió del televisor y lo tiró contra el piso; no hubo chillidos ni sangre, sólo el ruido de las incontables monedas que salieron rodando por toda la sala. Ese día Papá Noel dejó un televisor plasma en la casa de los Castaño.

lunes, 11 de octubre de 2010

La pared

Ofrezco disculpas por no ser como los demás
por no pensar igual que todo el mundo
y por no dejarme llevar por lo que todos se dejan llevar.
Ofrezco disculpas por no vibrar con lo que tú vibras

Ofrezco discupas por ser tan insensible
por no tener oido para lo que todos oyen
y por no tener olfato para lo que todos huelen.
Ofrezco disculpas por no tener tus mismos gustos

Ofrezco disculpas por ser tan prevenido
por no pensar más allá de loque suelo pensar
y por no dejarme impresionar por las "maravillas" del mundo.
Ofrezco disculpas por no brillar como quisieras que brillara

Ofrezco disculpas por ser tan ciego
por no reírme con lo que la gente ríe
y por no llorar con lo que lloran.
Ofrezco disculpas por ser tan duro contigo.

Ofrezco disculpas por ser tan simple
por no tener nada qué decir
y por no tener nada que inspirar.
Ofrezco disculpas por ser simplemente una pared.